Galahad,The Wise Dragon-Wizard
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domingo, 30 de septiembre de 2007

Me voy nuevamente...

( imagen gentiliza de Night)






Holap, esta semana fue muy complicada y llena de desafíos, pero provechosa. Volvió a adquirir la costumbre de mi "Estudio Espartano", compartir unos excelentes y simpáticos días con mi amiga SOL en su departamento (que incluyeron mucha comida china y helado...¡¡¡¡¡y después me pregunto porque estoy engordando @_@!!!!), reírme mucho junto con MIS COMPAÑEROS DE PRIMERO, especialmente con Anita y Carla y postergar mi tesis para el próximo semestre. Tuve la suerte de encontrar reunidos a mi jefe de carrera y mi profesor guía y aunque la cara se me caía de vergüenza les platee el problema del tiempo y la meticulosidad con que yo realizo mis investigaciones.Estaba muy complicada, pero hice tripas corazón y valientemente les dije lo que pasaba. La verdad es siempre la mejor arma. Así que lo aceptaron gentilmente y me tranquilizaron sobre mi inquietud recurrente de que me consideren poco confiable y descuidada. Un cosa menos por la cual estresarme, y que interrumpa el disfrutar de la vida y la primavera como Dios manda. Aunque aun no hay olor a primavera( que penita, sniff) ya esta calentando un poquito mas el sol, y eso me tiene feliz. Ya esta todo más verde y luminoso y no saben la alegría que ello me provoca. Loa días son mas largos y la sensación reconfortante de la bella primavera me contenta el alma como si fuera un coro de hermosos angelitos batiendo sus las plateadas.Además mi enfermedad ha estado controlada y eso es un plus que no se puede dejar de agradecer todas las mañanas en cuanto abro los ojos.
El hecho es que esta semana será una locura doble al cuadrado @_@, así que para evitar el desgaste innecesario , nuevamente,me quedaré en casa de unos amigos de mis papas que son muy buenos conmigo y que me apoyan mucho en mi proyecto de vida universitaria. Menos mal que están ellos, porque con el peso académico de esta semana , creo que me habría muerto en los siguientes tres días viajando 20 para la 6 de la mañana. ¡¡¡¡Sobre todo ahora que estoy con gripe de nuevo!!! si , desgraciadamente hoy desperté afónica y con fiebre. yo creo que es , aparte de un virus, la repercusión que sobre mi débil cuerpo tiene el esfuerzo considerable de mi "Estudio Espartano".Carla tenia razón ,de alguna manera tenia que explotar.Mi cuerpo esta alegando el excesos de exigencia. Que alegue, yo debo rendir, ya habrá tiempo para descansar. Además, contrario a lo que deseaba, anoche no hice nada, me dormí a las diez colapsada y hoy desperté a las doce, fui incapaz de cumplir mi meta, y estoy molesta por ello. Pero no me puedo pedir más. Osea soy humana, apenas he dormido y ahora tengo fiebre.Que lindo , so kawaii..no?.Pero confió en que todo tendrá un buen final (claro que NO mi certamen de medieval ,el cual ya di por perdido y es una pena .porque es un ramo que me interesa muchísimo y llevo más de una semana estudiándolo, pero es tanto que simplemente con todo lo demás que tengo que realizarme es imposible profundizar lo suficiente como para tener un buen desempeño en la prueba).
Otra cosa buena de la pasada semana fue que vi a una amiga de mi infancia, Lorena hija de los tíos donde me quedaré estos días. Ella se casó y se fue a Canadá y ahora tiene un pequeño hermosísimo , tranquilo y dulce de aproximadamente ocho meses que esta para comérselo. Se llama Mateo y espero que Dios lo llene de bendiciones...fue lindo verla y conocer a su pequeño y acordarnos a de algunas cosas de nuestra infancia.
En fin esta fue mi semana, buena y atareada...espero que la próxima sea excelente y atareada y no deba lamentar ningún desastre académico ni un avance en mi gripe (ya estoy empezando con el síndrome de la sirenita de la otra vez)...espero reírme mucho, dormir poco, cumplir con mis expectativas y llegar victoriosa el próximo viernes.
Lamento no poder visitarlos, perdónenme, y gracias de nuevo a todos los que me apoyan y me alientan. Se que no muchos me leen, pero los que lo hacen son muy buenos conmigo y se los agradezco.
Así que hasta el otro sábado (el viernes creo que estaré incapacitada mentalmente para escribir cualquier cosa).... y nuevamente se aceptan todo tipo de muestras de cariño ^ô^...jejejej...nunca me canso de ellas. Gracias a Wolfsama que como siempre es uno de los primeros en preocuparse y en general a todos..nunca me cansare de decir gracias.
A ver si al próxima semana cuelgo algo nuevo en mi blog de cuentos...pero les aseguro que lo que estoy pensando es un cuento muy antiguo algo edulcorado , pero en fin, así verán como he evolucionado en esto de la escritura (no digo literatura porque no me alcanza para eso), y bueno espero poder colocar cosa mas clever e interesantes en mi "mundo"...se que he estado un poco aburrida y remolona últimamente...pero ya llegaran mejores tiempo, se los aseguro.
Besos...nos vemos

P.S.1: les dejo una canción que en legua élfica significa "adiós" (creo si me equivoco me corrigen)...solo por unos días, es hermosa espero que la disfruten.

P.S.2: También les dejo un juego para que me digan como los hago sentir...me pareció gracioso, así que prueben...jejej..hay cada cosa en la red...y un contador para los que me extrañen (que egocéntrica)

P.S.3:besotes y abrazotes a todos..^o^



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sábado, 29 de septiembre de 2007

Estudiando espartanamente @_@

Primero ,gracias a todos aquellos que me dejaron sus buenos deseos la semana pasada . A todos ellos un besote grandototote ...pero hay una mala noticia..deberán hacerlo de nuevo esta semana..jejej...necesito más cariño para implementar mi estudio espartano... !!!!así que se aceptan apapachamientos y besos!!!!...!!!!.Gracias a toodossssss!!!!!!!!!!!!!! No saben la felicidad que sentía cada vez que veía mi correo y había un mensaje alentador de alguien....!!!gracias!!!
Bien, se fue la semana y yo solo he dormido en promedio cuatro horas cada día. Cualquiera diría que me estoy entrenando para algo, pero la verdad es que , simple y llanamente, estoy en el más complicado par de semanas de mi último semestre universitario (Aclaración: espero que no sea el último de verdad, porque deseo ampliar mi carrera y seguir tomando cursos los tres próximos años hasta sacar la Licenciatura en Historia. Por si no lo saben ahora estudio Licenciara en Humanidades mención Historia...que no e lo mismo aunque intente todo el mundo convencerme de lo contrario).Y a pesar de que ha sido una semana extremadamente pesada, no tuve ningún certamen. El terrible- terrible- terrible que tengo, me lo tomarán le martes...pero se juntó con la entrega de un trabajo el lunes...una disertación el miércoles ...y un test el viernes...osea !!!!!!!LOCURAAAAAA!!!!! @_@...@_@...@_@...
Esta es la razón de porque he dormido tan poco, he vuelto a mi antigua y arraigada costumbre de lo que denomino "Mi Estudio Espartano" el cual consiste en marchas forzadas de tres a cuatro horas de estudio con un decansito de por medio. Totalmente controlado, calendarizado y riguroso (aveces me doy miedo @_@). Osea...tengo una compañera que dice que voy a reventar de tanto estudiar y es precisamente, para que aquello no ocurra, me paso con la nariz metida entre los libros y pintando los cuadernos como payasos (es que tengo un sistema basado en destacar palabra y hacer resúmenes y esquemas con miles de colores y lapices de todos los portes, realmente me falta un tornillo @_@). Me explico: detesto andar con la cosas a última hora, lo odio.Soy terriblemente desordenada con todos mis cosas materiales (salvo las tecnológicas con las que soy extremadamente cuidadosa, porque soy una geek consumada y orgullosa ^o^).Mi pieza casi siempre es un campo de batalla y nunca consigo mantener los calcetines en un mismo cajón(curiosamente siempre se mudan junto con las faldas y los sweters...en fin un misterio mas de mi Reino junto al mar).El hecho es que soy desordenada para el 75 % de las cosas de mi vida ,pero todo lo que sea cuadernos libros y resúmenes,es decir estudio soy el orden en persona, totalmente normada y adiestrada (¿y todavía se preguntan porque me parezco a Hermione?.¡¡¡Si soy igual...calcada... no se como me pudieron trasladar a un libro!!!!). Si ,la palabra es adiestrada y disciplinada. La verdad es que he sido así desde el colegio, Digamos que me autoentrené para lograr largas sesiones de estudio con buenos resultados. Al menos el en cole y cuando estudie derecho el método dio frutos gratificantes (mi cole era de altísima exigencia , creo que de ahí quede media loca @_@... y bueno derecho mata a cualquiera). Cuando me cambie a bachillerato y luego seguí con historia me relajé un poco (según yo...no es la opinión oficial, todos insisten en que era casi igual) , ya no era tan "espartana" y la verdad es que mis notas no se resintieron demasiado, pero perdí mi temple y eso me molestaba un poquito.¿Porque volver, entonces, a mi primigenia condición si me iba bien?,bueno porque nos apretaron las clavijas en la carrera. Nos están exigiendo el triple este semestre ,que más encima es corto...como tengo tanto ,tanto, tanto que hacer y rotundamente no dispongo de 36 horas en un día (¡¡¡quier el reloj que atrasa el tiempo de Hermione!!!!, me solucionaría la vida...si alguien sabe donde conseguir uno me avisa), decidí que la única salida para cumplir con todo ere reimplementar el Estudio Espartano.Y a decir verdad me siento orgullosa. No se como me ira a ir la otra semana ,pero me tiene feliz el hecho de poder dominar mi naturaleza floja y descuidada y cumplir con mis plazos , calendarizaciones y condiciones en el estudio.No se , puede ser tonto pero me enorgullece. Mis compañeros me dicen que como lo hago (la verdad es que es obvia la pregunta si me ven con mis ojeras de vampiro y semi durmiendo en la biblioteca en mi puerto de siempre, al lado de la ventana), la respuesta es simple...solo sigo..sigo y sigo, hasta que siento que mis neuronas colapsaron (que es como a las tres horas y media y la pobres ya no hacen sinapsis) y entonces, cuando ya no se que dos más dos son 4, me tomo un suspiro. El punto es sacarle el mayor provecho a esa escaso tiempo de concentración. Luego del recreito sigo y todo de nuevo, again. Y una cosa importante...la música nunca me abandona...Bloochan ha cumplido su labor como buen Leonidas en mi campo de batalla.
Resumiendo la única cosa que sé es que no me puedo dejar vencer, no puedo retroceder ni arrancar, debo luchar hasta que no me queden fuerzas , sabiendo que no puedo renunciar, rendirme o acobardarme... de manera que si es necesario que no duerma la próxima semana no lo haré. Debo cumplir conmigo misma, con las expectativas que tengo .No es tanto la calificación lo que me importa sino saber que lo hice , saber que estudie bien y aprendí...el premio es el sentimiento de conformidad , de satisfacción que se siente al saber la tarea cumplida luego de dar el certamen o entregar el trabajo. Saber que lo logre...ese el el fin.,la motivación de estudio espartano: sentir que he cumplido con aquello para lo único que soy relativamente buena:estudiar. Así que !!!! a luchar se ha dicho!!!! (¿¿¿¿les dije que tengo mucho sueño @_@?????)



PS: dato rato...espero que cuando me muera y Dios me pregunte que hice con el único don que me dio le pueda responder "Bueno, Señor ,ejem, respetuosamente, lo ocupé espartanamente"...jejej..espero que Dios entiendo mi mundo @_@



viernes, 28 de septiembre de 2007

Within Temptation:World of make belive, traducción al español


Este es el hit de mi semana...espero que esté bien traducido...con cariño para todos...nos vemos








En alas doradas
Ella vuela en la noche
Con su vestido
Cegadoramente balnco
de
Innumerables diamantes
Y su largo cabello rubio
La reina viene
Entonces mejor que estes preparado
Sus ciruelas y flores
No son las mismos
Azul y la plata
Es todo su juego
Dragones voladores
Y bosques encantados
Ella decide, ella crea
Es su realidad

En su mundo de sueños

Ella reina para siempre
Con todo su gloria

Los unicornios aparecen en su mirada
Las luciérnagas la dirigen a traves de los bosque de noche
En busca del amuleto legendario

Y es su secreto
En el gran roble hay una puerta
Que la llevará
A la costa del Mago
Y ella le preguntará
Por el viento para navegar a su hogar
Al mundo donde ella pertenece

En su mundo de sueños
Ella reina para siempre

Con toda su gloria
En este mundo de infinita fantasía
Ella hace que suceda
Es su realidad

En su mundo de sueños
Ella reina para siempre
Con toda su gloria
En este mundo de infinita fantasía
Ella hace que suceda
Es su realidad




World Of Make Believe

On golden wings
She flies at night
With her dress
It's blinding white
Countless diamonds
And her long blonde hair
The queen is coming
So you better be aware
Her plums and flowers
They're never the same
Blue and silver
It's all her game
Flying dragons
And enchanted woods
She decides, she creates
It's her reality

In her world of dreams and make believe
She reigns forever
With all her glory

Unicorns appear in her sight
The fireflies lead her trough these woods at night
In search of the legendary amulet
And it's secret
In the big oak there is a door
Which will lead her
To the wizard shore
And she'll ask him
For the wind to sail her home
To the world where she belongs

In her world of dreams and make believe
She reigns forever
With all her glory
In this world of endless fantasy
She makes it happen
It's her reality

In her world of dreams and make believe
She reigns forever
With all her glory
In this world of endless fantasy
She makes it happen
It's her reality



Espero que les guste ...






domingo, 23 de septiembre de 2007

Los veo luego!!!!



Create your own Post-It


Bueno, queridos amigos, me voy hasta el viernes a la casa de una amiga, Sol, para no tener que viajar tan temprano esta semana. Tengo un certamen complicadísimo, que me tiene muy angustiada y no puedo perder horas en el bus, ni cansándome innecesariamente como lo hago con mis travesías hacia universidad. Por favor recen o deseenme toda la mejor suerte del mundo...esta será una semana difícil si contamos con que tengo que poner la mejor cara para pedir la postergación de mi tesis...^o^
Besos a todos

P.S. ; se aceptan todas las muestras de cariño y apoyo posible...besos,mensajitos .Abrazos y demases..jajaja...estoy realmente en apuros con el certamen!!!!

Besos y abrazotes a todos




La verdad es que esto no le interesa a nadie pero...

He decidido postergar mi tesis hasta el próximo semestre.Ignoro si me lo permitirán en la carrera y si no me dejaran con el ramo reprobado, pero me conozco y no puedo entregar algo mediocremente hecho en tres meses sin una investigación o una profundización mayor. Sobre todo si hay que defenderla ante una comisión en la que estarán todos los profesores que admiro , pero que son terriblemente exigentes. NO quiero defraudar a nadie, ni menos a mi misma. Me avergüenza un poco hacer esto,me siento irresponsable, incumplidora y poco confiable.No se como ir a planteárselo a mi profesor guía sin que pueda pensar que es todo una excusa para flojear o que simplemente esto supero mis capacidades.La cosa es que No PUEDO arriesgarme a sacar una mala nota en la tesis porque es lo primero que miran para un post titulo, magíster o carrera que deseara proseguir a continuación. Y SOBRE TODO NO PUEDO ARRIESGARME A DEFRAUDARME A MI MISMA...SOY MUY EXIGENTE NO ME LO PERDONARÍA NUNCA. Así que creo que deberé armarme de tripas corazón y hablar el lunes con mi profesor sin más demora. La verdad,lo he analizado hasta el cansancio, no es falta de capacidad sino de TIEMPO, físicamente no lo posee. Para cumplir con todo he debido hacer magia.Mi sistema de estudio es muy estricto y planeado, lleno de colores, resúmenes y esquemas. Nada sencillo concuerda conmigo, de manera que el tiempo se reduce más cada día.Estoy muy angustiada ante la posibilidad de fallar o no alcanzar mis expectativas. La verdad es que estoy cansada, terriblemente cansada e infeliz...muy infeliz. Lo único que quiero es que termine este semestre y ojala de la mejor manera posible. Trato de seguir adelante feliz por lo que tengo,agradecida, pero mi cuerpo es débil y me la gana...mi tozudez me mantiene a flote, pero si esta llegara a fallar ¿seré capaz de terminar?, ¿seré capaz de cumplir bien?..es que¡¡¡¡¡NECESITO QUE TODO SALGA BIEN, LO NECESITO!!!! Se que esto no le interesa a nadie pero quería decirlo y ,bueno ,este es mi rinconcito ¿no?.





sábado, 22 de septiembre de 2007

Dos poemas románticos de Edgard Allan Poe:"¿Deseas que te amen?" y "A Elena"


¿DESEAS QUE TE AMEN?

¿Deseas que te amen? No pierdas, pues,
el rumbo de tu corazón.
Sólo aquello que eres has de ser
y aquello que no eres, no.
Así, en el mundo, tu modo sutil,
tu gracia, tu bellísimo ser,
serán objeto de elogio sin fin
y el amor... un sencillo deber.

Versión de Andrés Ehrenhaus


A ELENA

Te vi a punto.
Era una noche de julio,
noche tibia y perfumada,
noche diáfana...

De la luna plena límpida,
límpida como tu alma,
descendían
sobre el parque adormecido
gráciles velos de plata.

Ni una ráfaga
el infinito silencio
y la quietud perturbaban
en el parque...

Evaporaban las rosas
los perfumes de sus almas
para que los recogieras
en aquella noche mágica;
para que tú los gozases
su último aliento exhalaban
como en una muerte dulce,
como en una muerte lánguida,
y era una selva encantada,
y era una noche divina
llena de místicos sueños
y claridades fantásticas.

Toda de blanco vestida,
toda blanca,
sobre un ramo de violetas
reclinada
te veía
y a las rosas moribundas
y a ti, una luz tenue y diáfana
muy suavemente
alumbraba,
luz de perla diluida
en un éter de suspiros
y de evaporadas lágrimas.

¿Qué hado extraño
(¿fue ventura? ¿fue desgracia?)
me condujo aquella noche
hasta el parque de las rosas
que exhalaban
los suspiros perfumados
de sus almas?

Ni una hoja
susurraba;
no se oía
una pisada;
todo mudo,
todo en sueños,
menos tú y yo
-¡cuál me agito
al unir las dos palabras! --
menos tú y yo...De repente
todo cambia.
¡Oh, el parque de los misterios!
¡Oh, la región encantada!

Todo, todo,
todo cambia.
De la luna la luz límpida
la luz de perla se apaga.
El perfume de las rosas
muere en las dormidas auras.
Los senderos se oscurecen.
Expiran las violas castas.
Menos tú y yo, todo huye,
todo muere,
todo pasa...
Todo se apaga y extingue
menos tus hondas miradas.

¡Tus dos ojos donde arde tu alma!
Y sólo veo entre sombras
aquellos ojos brillantes,
¡oh mi amada! Todo, todo,
todo cambia.

De la luna la luz límpida
la luz de perla se apaga.
El perfume de las rosas
muere en las dormidas auras.
Los senderos se oscurecen.
Expiran las violas castas.
Menos tú y yo, todo huye,
todo muere,
todo pasa...

Todo se apaga y extingue
menos tus hondas miradas.
¡Tus dos ojos donde arde tu alma!
Y sólo veo entre sombras
aquellos ojos brillantes,
¡oh mi amada!

¿Qué tristezas irreales,
qué tristezas extrahumanas!
La luz tibia de esos ojos
leyendas de amor relata.
¡Qué misteriosos dolores,
qué sublimes esperanzas,
qué mudas renunciaciones
expresan aquellos ojos
que en la sombra
fijan en mí su mirada!

Noche oscura. Ya Diana
entre turbios nubarrones,
lentamente,
hundió la faz plateada,
y tú sola
en medio de la avenida,
te deslizas
irreal, mística y blanca,
te deslizas y te alejas incorpórea
cual fantasma...
Sólo flotan tus miradas.
¡Sólo tus ojos perennes,
tus ojos de honda mirada
fijos quedan en mi alma!

A través de los espacios y los tiempos,
marcan,
marcan mi sendero
y no me dejan
cual me dejó la esperanza...
Van siguiéndome, siguiéndome
como dos estrellas cándidas;
cual fijas estrellas dobles
en los cielos apareadas
en la noche solitaria.

Ellos solos purifican
mi alma toda con sus rayos
y mi corazón abrasan,
y me prosterno ante ellos
con adoración extática,
y en el día
no se ocultan
cual se ocultó mi esperanza.

De todas partes me siguen
mirándome fijamente
con sus místicas miradas....
Misteriosas, divinales
me persiguen sus miradas
como dos estrellas fijas...
como dos estrellas tristes,
¡como dos estrellas blancas!

Versión de Carlos A. Torres




Fuente: http://amediavoz.com/poe.htm




viernes, 21 de septiembre de 2007

El Pozo y el Péndulo-Edgar Allan Poe (Boston, 1809 - Baltimore, 1849)


Ilustración de El Cuervo de Dore

Dedicado a Pancho, espero le guste




The Pit and The Pendulum-The Shadows of the Raven-Nox Arcana


Estaba agotado, agotado hasta no poder más, por aquella larga agonía. Cuando, por último, me desataron y pude sentarme, noté que perdía el conocimiento. La sentencia, la espantosa sentencia de muerte, fue la última frase claramente acentuada que llegó a mis oídos. Luego, el sonido de las voces de los inquisidores me pareció que se apagaba en el indefinido zumbido de un sueño. El ruido aquel provocaba en mi espíritu una idea de rotación, quizá a causa de que lo asociaba en mis pensamientos con una rueda de molino. Pero aquello duró poco tiempo, porque, de pronto, no oí nada más. No obstante, durante algún rato pude ver, pero ¡con qué terrible exageración! Veía los labios de los jueces vestidos de negro: eran blancos, más blancos que la hoja de papel sobre la que estoy escribiendo estas palabras; y delgados hasta lo grotesco, adelgazados por la intensidad de su dura expresión, de su resolución inexorable, del riguroso desprecio al dolor humano. Veía que los decretos de lo que para mí representaba el Destino salían aún de aquellos labios. Los vi retorcerse en una frase mortal; les vi pronunciar las sílabas de mi nombre, y me estremecí al ver que el sonido no seguía al movimiento.
Durante varios momentos de espanto frenético vi también la blanda y casi imperceptible ondulación de las negras colgaduras que cubrían las paredes de la sala, y mi vista cayó entonces sobre los siete grandes hachones que se habían colocado sobre la mesa. Tomaron para mí, al principio, el aspecto de la caridad, y los imaginé ángeles blancos y esbeltos que debían salvarme. Pero entonces, y de pronto, una náusea mortal invadió mi alma, y sentí que cada fibra de mi ser se estremecía como si hubiera estado en contacto con el hilo de una batería galvánico. Y las formas angélicas convertíanse en insignificantes espectros con cabeza de llama, y claramente comprendí que no debía esperar de ellos auxilio alguno. Entonces, como una magnífica nota musical, se insinuó en mi imaginación la idea del inefable reposo que nos espera en la tumba. Llegó suave, furtivamente; creo que necesité un gran rato para apreciarla por completo. Pero en el preciso instante en que mi espíritu comenzaba a sentir claramente esa idea, y a acariciarla, las figuras de los jueces se desvanecieron como por arte de magia; los grandes hachones se redujeron a la nada; sus llamas se apagaron por completo, y sobrevino la negrura de las tinieblas; todas las sensaciones parecieron desaparecer como en una zambullida loca y precipitada del alma en el Hades. Y el Universo fue sólo noche, silencio, inmovilidad.
Estaba desvanecido. Pero, no obstante, no puedo decir que hubiese perdido la conciencia del todo. La que me quedaba, no intentaré definirla, ni describirla siquiera. Pero, en fin, todo no estaba perdido. En medio del más profundo sueño.... ¡no! En medio del delirio.... ¡no! En medio del desvanecimiento.... ¡no! En medio de la muerte..., ¡no! Si fuera de otro modo, no habría salvación para el hombre. Cuando nos despertamos del más profundo sueño, rompemos la telaraña de algún sueño. Y, no obstante, un segundo más tarde es tan delicado este tejido, que no recordamos haber soñado.
Dos grados hay, al volver del desmayo a la vida: el sentimiento de la existencia moral o espiritual y el de la existencia física. Parece probable que si, al llegar al segundo grado, hubiéramos de evocar las impresiones del primero, volveríamos a encontrar todos los recuerdos elocuentes del abismo trasmundano. Y ¿cuál es ese abismo? ¿Cómo, al menos, podremos distinguir sus sombras de las de la tumba? Pero si las impresiones de lo que he llamado primer grado no acuden de nuevo al llamamiento de la voluntad, no obstante, después de un largo intervalo, ¿no aparecen sin ser solicitadas, mientras, maravillados, nos preguntarnos de dónde proceden? Quien no se haya desmayado nunca no descubrirá extraños palacios y casas singularmente familiares entre las ardientes llamas; no será el que contemple, flotando en el aire, las visiones melancólicas que el vulgo no puede vislumbrar; no será el que medite sobre el perfume de alguna flor desconocida, ni el que se perderá en el misterio de alguna melodía que nunca hubiese llamado su atención hasta entonces.
En medio de mis repetidos e insensatos esfuerzos, en medio de mi enérgica tenacidad en recoger algún vestigio de ese estado de vacío, hubo instantes en que soñé triunfar. Tuve momentos breves, brevísimos, en que he llegado a condensar recuerdos que en épocas posteriores mi razón lúcida me ha afirmado no poder referirse sino a ese estado en que parece aniquilada la conciencia. Muy confusamente me presentan esas sombras de recuerdos grandes figuras que me levantaban, transportándome silenciosamente hacia abajo, aún más hacia abajo, cada vez más abajo, hasta que me invadió un vértigo espantoso a la simple idea del infinito en descenso.
También me recuerdan no sé qué vago espanto que experimentaba el corazón, precisamente a causa de la calma sobrenatural de ese corazón. Luego, el sentimiento de una repentina inmovilidad en todo lo que me rodeaba, como si quienes me llevaban, un cortejo de espectros, hubieran pasado, al descender, los límites de lo ilimitado, y se hubiesen detenido, vencidos por el hastío infinito de su tarea. Recuerda mi alma más tarde una sensación de insipidez y de humedad; después, todo no es más que locura, la locura de una memoria que se agita en lo abominable. De pronto vuelven a mi alma un movimiento y un sonido: el movimiento tumultuoso del corazón y el rumor de sus latidos. Luego, un intervalo en el que todo desaparece. Luego, el sonido de nuevo, el movimiento y el tacto, como una sensación vibrante penetradora de mi ser. Después la simple conciencia de mi existencia sin pensamiento, sensación que duró mucho. Luego, bruscamente, el pensamiento de nuevo, un temor que me producía escalofríos y un esfuerzo ardiente por comprender mi verdadero estado. Después, un vivo afán de caer en la insensibilidad. Luego, un brusco renacer del alma y una afortunada tentativa de movimiento. Entonces, el recuerdo completo del proceso, de los negros tapices, de la sentencia, de mi debilidad, de mi desmayo. Y el olvido más completo en torno a lo que ocurrió más tarde. únicamente después, y gracias a la constancia más enérgica, he logrado recordarlo vagamente.
No había abierto los ojos hasta ese momento. Pero sentía que estaba tendido de espaldas y sin ataduras. Extendí la mano y pesadamente cayó sobre algo húmedo y duro. Durante algunos minutos la dejé descansar así, haciendo esfuerzos por adivinar dónde podía encontrarme y lo que había sido de mí. Sentía una gran impaciencia por hacer uso de mis ojos, pero no me atreví. Tenía miedo de la primera mirada sobre las cosas que me rodeaban. No es que me aterrorizara contemplar cosas horribles, sino que me aterraba la idea de no ver nada.
A la larga, con una loca angustia en el corazón, abrí rápidamente los ojos. Mi espantoso pensamiento hallábase, pues, confirmado. Me rodeaba la negrura de la noche eterna. Me parecía que la intensidad de las tinieblas me oprimía y me sofocaba. La atmósfera era intolerablemente pesada. Continué acostado tranquilamente e hice un esfuerzo por emplear mi razón. Recordé los procedimientos inquisitoriales, y, partiendo de esto, procuré deducir mi posición verdadera. Había sido pronunciada la sentencia, y me parecía que desde entonces había transcurrido un largo intervalo de tiempo. No obstante, ni un solo momento imaginé que estuviera realmente muerto. A pesar de todas las ficciones literarias, semejante idea es absolutamente incompatible con la existencia real. Pero ¿dónde me encontraba y cuál era mi estado? Sabía que los condenados a muerte morían con frecuencia en los autos de fe. La misma tarde del día de mi juicio habíase celebrado una solemnidad de especie. ¿Me habían llevado, acaso, de nuevo a mi calabozo para aguardar en él el próximo sacrificio que había de celebrarse meses más tarde? Desde el principio comprendí que esto no podía ser. Inmediatamente había sido puesto en requerimiento el contingente de víctimas, Por otra parte, mi primer calabozo, como todas las celdas de los condenados, en Toledo, estaba empedrado y había en él alguna luz.
Repentinamente, una horrible idea aceleró mi sangre en torrentes hacia mi corazón, y durante unos instantes caí de nuevo en mi insensibilidad. Al volver en mí, de un solo movimiento me levanté sobre mis pies, temblando convulsivamente en cada fibra. Desatinadamente, extendí mis brazos por encima de mi cabeza y a mi alrededor, en todas direcciones. No sentí nada. No obstante, temblaba a la idea de dar un paso, pero me daba miedo tropezar contra los muros de mi tumba. Brotaba el sudor por todos mis poros, y en gruesas gotas frías se detenía sobre mi frente. A la larga, se me hizo intolerable la agonía de la incertidumbre y avancé con precaución, extendiendo los brazos y con los ojos fuera de sus órbitas, con la esperanza de hallar un débil rayo de luz. Di algunos pasos, pero todo estaba negro. Respiré con mayor libertad. Por fin, me pareció evidente que el destino que me habían reservado no era el más espantoso de todos. Y entonces, mientras precavidamente continuaba avanzando, se confundían en masa en mi memoria mil vagos rumores que sobre los horrores de Toledo corrían. Sobre esos calabozos contábanse cosas extrañas. Yo siempre había creído que eran fábulas; pero, sin embargo, eran tan extraños, que sólo podían repetirse en voz baja. ¿Debía morir yo de hambre, en aquel subterráneo mundo de tinieblas, y qué muerte más terrible quizá me esperaba? Puesto que conocía demasiado bien el carácter de mis jueces, no podía dudar de que el resultado era la Muerte, y una muerte de una amargura escogida. Lo que sería, y la hora de su ejecución, era lo único que me preocupaba y me aturdía.
Mis extendidas manos encontraron, por último, un sólido obstáculo, Era una pared que parecía construida de piedra, muy lisa, húmeda y fría. La fui siguiendo de cerca, caminando con la precavida desconfianza que me habían inspirado ciertas narraciones antiguas. Sin embargo, esta operación no me proporcionaba medio alguno para examinar la dimensión de mi calabozo, pues podía dar la vuelta y volver al punto de donde había partido sin darme cuenta de lo perfectamente igual que parecía la pared. En vista de ello busqué el cuchillo que guardaba en uno de mis bolsillos cuando fui conducido al tribunal. Pero había desaparecido, porque mis ropas habían sido cambiadas por un traje de grosera estameña.
Con objeto de comprobar perfectamente mi punto de partida, había pensado clavar la hoja en alguna pequeña grieta de la pared. Sin embargo, la dificultad era bien fácil de ser solucionada, y, no obstante, al principio, debido al desorden de mi pensamiento, me pareció insuperable. Rasgué una tira de la orla de mi vestido y la coloqué en el suelo en toda su longitud, formando un ángulo recto con el muro. Recorriendo a tientas mi camino en torno a mi calabozo, al terminar el circuito tendría que encontrar el trozo de tela. Por lo menos, esto era lo que yo creía; pero no había tenido en cuenta ni las dimensiones de la celda ni mi debilidad. El terreno era húmedo y resbaladizo. Tambaleándome, anduve durante algún rato. Después tropecé y caí. Mi gran cansancio me decidió a continuar tumbado, y no tardó el sueño en apoderarse de mí en aquella posición. Al despertarme y alargar el brazo hallé a mi lado un pan y un cántaro con agua. Estaba demasiado agotado para reflexionar en tales circunstancias, y bebí y comí ávidamente. Tiempo más tarde reemprendí mi viaje en torno a mi calabozo, y trabajosamente logré llegar al trozo de estameña. En el momento de caer había contado ya cincuenta y dos pasos, y desde que reanudé el camino hasta encontrar la tela, cuarenta y ocho. De modo que medía un total de cien pasos, y suponiendo que dos de ellos constituyeran una yarda, calculé en unas cincuenta yardas la circunferencia de mi calabozo. Sin embargo, había tropezado con numerosos ángulos en la pared y esto impedía el conjeturar la forma de la cueva, pues no había duda alguna de que aquéllo era una cueva.
No ponía gran interés en aquellas investigaciones, y con toda seguridad estaba desalentado. Pero una vaga curiosidad me impulsó a continuarlas. Dejando la pared, decidí atravesar la superficie de mi prisión. Al principio procedí con extrema precaución, pues el suelo, aunque parecía ser de una materia dura, era traidor por el limo que en él había. No obstante, al cabo de un rato logré animarme y comencé a andar con seguridad, procurando cruzarlo en línea recta. De esta forma avancé diez o doce pasos, cuando el trozo rasgado que quedaba de orla se me enredó entre las piernas, haciéndome caer de bruces violentamente.
En la confusión de mi caída no noté al principio una circunstancia no muy sorprendente y que, no obstante, segundos después, hallándome todavía en el suelo, llamó mi atención. Mi barbilla apoyábase sobre el suelo del calabozo, pero mis labios y la parte superior de la cabeza, aunque parecían colocados a menos altura que la barbilla, no descansaban en ninguna parte. Me pareció, al mismo tiempo, que mi frente se empapaba en un vapor viscoso y que un extraño olor a setas podridas llegaba hasta mi nariz. Alargué el brazo y me estremecí descubriendo que había caído al borde mismo de un pozo circular cuya extensión no podía medir en aquel momento. Tocando las paredes precisamente debajo del brocal, logré arrancar un trozo de piedra y la dejé caer en el abismo. Durante algunos segundos presté atención a sus rebotes. Chocaba en su caída contra las paredes del pozo. Lúgubremente, se hundió por último en el agua, despertando ecos estridentes. En el mismo instante dejóse oír un ruido sobre mi cabeza, como de una puerta abierta y cerrada casi al mismo tiempo, mientras un débil rayo de luz atravesaba repentinamente la oscuridad y se apagaba en seguida.
Con toda claridad vi la suerte que se me preparaba, y me felicité por el oportuno accidente que me había salvado. Un paso más, y el mundo no me hubiera vuelto a ver. Aquella muerte, evitada a tiempo, tenía ese mismo carácter que había yo considerado como fabuloso y absurdo en las historias que sobre la Inquisición había oído contar. Las víctimas de su tiranía no tenían otra alternativa que la muerte, con sus crueles agonías físicas o con sus abominables torturas morales. Esta última fue la que me había sido reservada. Mis nervios estaban abatidos por un largo sufrimiento, hasta el punto que me hacía temblar el sonido de mi propia voz, y me consideraba por todos motivos una víctima excelente para la clase de tortura que me aguardaba.
Temblando, retrocedí a tientas hasta la pared, decidido a dejarme morir antes que afrontar el horror de los pozos que en las tinieblas de la celda multiplicaba mi imaginación. En otra situación de ánimo hubiese tenido el suficiente valor para concluir con mis miserias de una sola vez, lanzándome a uno de aquellos abismos; pero en aquellos momentos era yo el más perfecto de los cobardes. Por otra parte, me era imposible olvidar lo que había leído con respecto a aquellos pozos, de los que se decía que la extinción repentina de la vida era una esperanza cuidadosamente excluida por el genio infernal de quien los había concebido.
Durante algunas horas me tuvo despierto la agitación de mi ánimo. Pero, por último, me adormecí de nuevo. Al despertarme, como la primera vez, hallé a mi lado un pan y un cántaro de agua. Me consumía una sed abrasadora, y de un trago vacié el cántaro. Algo debía de tener aquella agua, pues apenas bebí sentí unos irresistibles deseos de dormir. Caí en un sueño profundo parecido al de la muerte No he podido saber nunca cuánto tiempo duró; pero, al abrir los ojos, pude distinguir los objetos que me rodeaban. Gracias a una extraña claridad sulfúrea, cuyo origen no pude descubrir al principio, podía ver la magnitud y aspecto de mi cárcel.
Me había equivocado mucho con respecto a sus dimensiones. Las paredes no podían tener más de veinticinco yardas de circunferencia. Durante unos minutos, ese descubrimiento me turbó grandemente, turbación en verdad pueril, ya que, dadas las terribles circunstancias que me rodeaban, ¿qué cosa menos importante podía encontrar que las dimensiones de mi calabozo? Pero mi alma ponía un interés extraño en las cosas nimias, y tenazmente me dediqué a darme cuenta del error que había cometido al tomar las medidas de aquel recinto. Por último se me apareció como un relámpago la luz de la verdad. En mi primera exploración había contado cincuenta y dos pasos hasta el momento de caer. En ese instante debía encontrarme a uno o dos pasos del trozo de tela. Realmente, había efectuado casi el circuito de la cueva. Entonces me dormí, y al despertarme, necesariamente debí de volver sobre mis pasos, creando así un circuito casi doble del real. La confusión de mi cerebro me impidió darme cuenta de que había empezado la vuelta con la pared a mi izquierda y que la terminaba teniéndola a la derecha. También me había equivocado por lo que respecta a la forma del recinto. Tanteando el camino, había encontrado varios ángulos, deduciendo de ello la idea de una gran irregularidad; tan poderoso es el efecto de la oscuridad absoluta sobre el que sale de un letargo o de un sueño. Los ángulos eran, sencillamente, producto de leves depresiones o huecos que se encontraban a intervalos desiguales. La forma general del recinto era cuadrada. Lo que creía mampostería parecía ser ahora hierro u otro metal dispuesto en enormes planchas, cuyas suturas y junturas producían las depresiones.
Toda la superficie de aquella construcción metálica estaba embadurnada groseramente con toda clase de emblemas horrorosos y repulsivos, nacidos de la superstición sepulcral de los frailes. Figuras de demonios con amenazadores gestos, con formas de esqueleto y otras imágenes de horror más realista, llenaban en toda su extensión las paredes. Me di cuenta de que los contornos de aquellas monstruosidades estaban suficientemente claros, pero que los colores parecían manchados y estropeados por efecto de la humedad del ambiente. Vi entonces que el suelo era de piedra. En su centro había un pozo circular, de cuya boca había yo escapado, pero no vi que hubiese alguno más en el calabozo.
Todo esto lo vi confusamente y no sin esfuerzo, pues mi situación física había cambiado mucho durante mi sueño. Ahora, de espaldas, estaba acostado cuan largo era sobre una especie de armadura de madera muy baja. Estaba atado con una larga tira que parecía de cuero. Enrollábase en distintas vueltas en torno a mis miembros y a mi cuerpo, dejando únicamente libres mi cabeza y mi brazo izquierdo. Sin embargo, tenía que hacer un violento esfuerzo para alcanzar el alimento que contenía un plato de barro que habían dejado a mi lado sobre el suelo. Con verdadero terror me di cuenta de que el cántaro había desaparecido, y digo con terror porque me devoraba una sed intolerable. Creí entonces que el plan de mis verdugos consistía en exasperar esta sed, puesto que el alimento que contenía el plato era una carne cruelmente salada.
Levanté los ojos y examiné el techo de mi prisión. Hallábase a una altura de treinta o cuarenta pies y pareciese mucho, por su construcción, a las paredes laterales. En una de sus caras llamó mi atención una figura de las más singulares. Era una representación pintada del Tiempo, tal como se acostumbra representarle, pero en lugar de la guadaña tenía un objeto que a primera vista creí se trataba de un enorme péndulo como los de los relojes antiguos. No obstante, algo había en el aspecto de aquella máquina que me hizo mirarla con más detención. Mientras la observaba directamente, mirando hacia arriba, pues hallábase colocada exactamente sobre mi cabeza, me pareció ver que se movía. Un momento después se confirmaba mi idea. Su balanceo era corto y, por tanto, muy lento. No sin cierta desconfianza, y, sobre todo, con extrañeza, la observé durante unos minutos. Cansado, al cabo, de vigilar su fastidioso movimiento, volví mis ojos a los demás objetos de la celda.
Un ruido leve atrajo mi atención. Miré al suelo y vi algunas enormes ratas que lo cruzaban. Habían salido del pozo que yo podía distinguir a mi derecha. En ese instante, mientras las miraba, subieron en tropel, a toda prisa, con voraces ojos y atraídas por el olor de la carne. Me costó gran esfuerzo y atención apartarlas.
Transcurrió media hora, tal vez una hora —pues apenas imperfectamente podía medir el tiempo—, cuando, de nuevo, levanté los ojos sobre mí. Lo que entonces vi me dejó atónito y sorprendido. El camino del péndulo había aumentado casi una yarda, y, como consecuencia natural, su velocidad era también mucho mayor. Pero, principalmente, lo que más me impresionó fue la idea de que había descendido visiblemente. Puede imaginarse con qué espanto observé entonces que su extremo inferior estaba formado por una media luna de brillante acero, que, aproximadamente, tendría un pie de largo de un cuerno a otro. Los cuernos estaban dirigidos hacia arriba, y el filo inferior, evidentemente afilado como una navaja barbera. También parecía una navaja barbera, pesado y macizo, y ensanchábase desde el filo en una forma ancha y sólida. Se ajustaba a una gruesa varilla de cobre, y todo ello silbaba moviéndose en el espacio.
Ya no había duda alguna con respecto a la suerte que me había preparado la horrible ingeniosidad monacal. Los agentes de la Inquisición habían previsto mi descubrimiento del pozo; del pozo, cuyos horrores habían sido reservados para un hereje tan temerario como yo; del pozo, imagen del infierno, considerado por la opinión como la última Tule de todos los castigos. El más fortuito de los accidentes me había salvado de caer en él, y yo sabía que el arte de convertir el suplicio en un lazo y una sorpresa constituía una rama importante de aquel sistema fantástico de ejecuciones misteriosas. Por lo visto, habiendo fracasado mi caída en el pozo, no figuraba en el demoníaco plan arrojarme a él. Por tanto, estaba destinado, y en este caso sin ninguna alternativa, a una muerte distinta y más dulce. ¡Más dulce! En mi agonía, pensando en el uso singular que yo hacía de esta palabra, casi sonreí.
¿Para qué contar las largas, las interminables horas de horror, más que mortales, durante las que conté las vibrantes oscilaciones del acero? Pulgada a pulgada, línea a línea, descendía gradualmente, efectuando un descenso sólo apreciable a intervalos, que eran para mí más largos que siglos. Y cada vez más, cada vez más, seguía bajando, bajando.
Pasaron días, tal vez muchos días, antes de que llegase a balancearse lo suficientemente cerca de mí para abanicarme con su aire acre. Hería mi olfato el olor del acero afilado. Rogué al Cielo, cansándolo con mis súplicas, que hiciera descender más rápidamente el acero. Enloquecí, me volví frenético, hice esfuerzos para incorporarme e ir al encuentro de aquella espantosa y movible cimitarra. Y luego, de pronto, se apoderó de mí una gran calma y permanecí tendido, sonriendo a aquella muerte brillante, como podría sonreír un niño a un juguete precioso. Transcurrió luego un instante de perfecta insensibilidad. Fue un intervalo muy corto. Al volver a la vida no me pareció que el péndulo hubiera descendido una altura apreciable. No obstante, es posible que aquel tiempo hubiese sido larguísimo. Yo sabía que existían seres infernales que tomaban nota de mi desvanecimiento y que a su capricho podían detener la vibración.
Al volver en mí, sentí un malestar y una debilidad indecibles, como resultado de una enorme inanición. Aun entre aquellas angustias, la naturaleza humana suplicaba el sustento. Con un esfuerzo penoso, extendí mi brazo izquierdo tan lejos como mis ligaduras me lo permitían, y me apoderé de un pequeño sobrante que las ratas se habían dignado dejarme. Al llevarme un pedazo a los labios, un informe pensamiento de extraña alegría, de esperanza, se alojó en mi espíritu. No obstante, ¿qué había de común entre la esperanza y yo? Repito que se trataba de un pensamiento informe. Con frecuencia tiene el hombre pensamientos así, que nunca se completan. Me di cuenta de que se trataba de un pensamiento de alegría, de esperanza, pero comprendí también que había muerto al nacer. Me esforcé inútilmente en completarlo, en recobrarlo. Mis largos sufrimientos habían aniquilado casi por completo las ordinarias facultades de mi espíritu. Yo era un imbécil, un idiota.
La oscilación del péndulo se efectuaba en un plano que formaba ángulo recto con mi cuerpo. Vi que la cuchilla había sido dispuesta de modo que atravesara la región del corazón. Rasgaría la tela de mi traje, volvería luego y repetiría la operación una y otra vez. A pesar de la gran dimensión de la curva recorrida —unos treinta pies, más o menos— y la silbante energía de su descenso, que incluso hubiera podido cortar aquellas murallas de hierro, todo cuanto podía hacer, en resumen, y durante algunos minutos, era rasgar mi traje.
Y en este pensamiento me detuve. No me atrevía a ir más allá de él. Insistí sobre él con una sostenida atención, como si con esta insistencia hubiera podido parar allí el descenso de la cuchilla. Empecé a pensar en el sonido que produciría ésta al pagar sobre mi traje, y en la extraña y penetrante sensación que produce el roce de la tela sobre los nervios. Pensé en todas esas cosas, hasta que los dientes me rechinaron. Más bajo, más bajo aún. Deslizábase cada vez más bajo. Yo hallaba un placer frenético en comparar su velocidad de arriba abajo con su velocidad lateral. Ahora, hacia la derecha; ahora, hacia la izquierda. Después se iba lejos, lejos, y volvía luego, con el chillido de un alma condenada, hasta mi corazón con el andar furtivo del tigre. Yo aunaba y reía alternativamente, según me dominase una u otra idea. Más bajo, invariablemente, inexorablemente más bajo. Movíase a tres pulgadas de mi pecho. Furiosamente, intenté libertar con violencia mi brazo izquierdo. Estaba libre solamente desde el codo hasta la mano. únicamente podía mover la mano desde el plato que habían colocado a mi lado hasta mi boca; sólo esto, y con un gran esfuerzo. Si hubiera podido romper las ligaduras por encima del codo, hubiese cogido el péndulo e intentado detenerlo, lo que hubiera sido como intentar detener una avalancha. Siempre más bajo, incesantemente, inevitablemente más bajo. Respiraba con verdadera angustia, y me agitaba a cada vibración. Mis ojos seguían el vuelo ascendente de la cuchilla y su caída, con el ardor de la desesperación más enloquecida; espasmódicamente, cerrábanse en el momento del descenso sobre mí. Aun cuando la muerte hubiera sido un alivio, ¡oh, qué alivio más indecible! Y, sin embargo, temblaba con todos mis nervios al pensar que bastaría que la máquina descendiera un grado para que se precipitara sobre mi pecho el hacha afilada y reluciente. Y mis nervios temblaban, y hacían encoger todo mi ser a causa de la esperanza. Era la esperanza, la esperanza triunfante aún sobre el potro, que dejábase oír al oído de los condenados a muerte, incluso en los calabozos de la Inquisición.
Comprobé que diez o doce vibraciones, aproximadamente, pondrían el acero en inmediato contacto con mi traje. Y con esta observación entróse en mi ánimo la calma condensada y aguda de la desesperación. Desde hacía muchas horas, desde hacía muchos días, tal vez, pensé por vez primera. Se me ocurrió que la tira o correa que me ataba era de un solo trozo. Estaba atado con una ligadura continuada. La primera mordedura de la cuchilla de la media luna, efectuada en cualquier lugar de la correa, tenía que desatarla lo suficiente para permitir que mi mano la desenrollara de mí cuerpo. ¡Pero qué terrible era, en este caso, su proximidad! El resultado de la más ligera sacudida había de ser mortal. Por otra parte ¿habrían previsto o impedido esta posibilidad los secuaces del verdugo? ¿Era probable que en el recorrido del péndulo atravesasen mi pecho las ligaduras? Temblando al imaginar frustrada mi débil esperanza, la última, realmente, levanté mi cabeza no bastante para ver bien mi pecho. La correa cruzaba mis miembros estrechamente, juntamente con todo mi cuerpo, en todos sentidos, menos en la trayectoria de la cuchilla homicida.
Aún no había dejado caer de nuevo mi cabeza en su primera posición, cuando sentí brillar en mi espíritu algo que sólo sabría definir, aproximadamente, diciendo que era la mitad no formada de la idea de libertad que ya he expuesto, y de la que vagamente había flotado en mi espíritu una sola mitad cuando llevé a mis labios ardientes el alimento. Ahora, la idea entera estaba allí presente, débil, apenas viable, casi indefinida, pero, en fin, completa. Inmediatamente, con la energía de la desesperación, intenté llevarla a la práctica.
Hacía varias horas que cerca del caballete sobre el que me hallaba acostado se encontraba un número incalculable de ratas. Eran tumultuosas, atrevidas, voraces. Fijaban en mí sus ojos rojos, como si no esperasen más que mi inmovilidad para hacer presa. «¿A qué clase de alimento —pensé— se habrán acostumbrado en este pozo?»
Menos una pequeña parte, y a pesar de todos mis esfuerzos para impedirlo, habían devorado el contenido del plato. Mi mano se acostumbró a un movimiento de vaivén hacia el plato; pero a la larga, la uniformidad maquinal de ese movimiento le había restado eficacia. Aquella plaga, en su voracidad, dejaba señales de sus agudos dientes en mis dedos. Con los restos de la carne aceitosa y picante que aún quedaba, froté vigorosamente mis ataduras hasta donde me fue posible hacerlo, y hecho esto retiré mi mano del suelo y me quedé inmóvil y sin respirar.
Al principio, lo repentino del cambio y el cese del movimiento hicieron que los voraces animales se asustaran. Se apartaron alarmados y algunos volvieron al pozo. Pero esta actitud no duró más de un instante. No había yo contado en vano con su glotonería. Viéndome sin movimiento, una o dos de las más atrevidas se encaramaron por el caballete y olisquearon la correa. Todo esto me pareció el preludio de una invasión general. Un nuevo tropel surgió del pozo. Agarráronse a la madera, la escalaron y a centenares saltaron sobre mi cuerpo. Nada las asustaba, ni el movimiento regular del péndulo. Lo esquivaban y trabajaban activamente sobre la engrasada tira. Se apretaban moviéndose y se amontonaban incesantemente sobre mí. Sentía que se retorcían sobre mí garganta, que sus fríos hocicos buscaban mis labios.
Me encontraba medio sofocado por aquel peso que se multiplicaba constantemente. Un asco espantoso, que ningún hombre ha sentido en el mundo, henchía mi pecho y helaba mi corazón como un pesado vómito. Un minuto más, y me daba cuenta de que la operación habría terminado. Sobre mí sentía perfectamente la distensión de las ataduras. Me daba cuenta de que en más de un sitio habían de estar cortadas. Con una resolución sobrehumana, continué inmóvil.
No me había equivocado en mis cálculos. Mis sufrimientos no habían sido vanos. Sentí luego que estaba libre. En pedazos, colgaba la correa en torno de mi cuerpo. Pero el movimiento del péndulo efectuábase ya sobre mi pecho. La estameña de mi traje había sido atravesada y cortada la camisa. Efectuó dos oscilaciones más, y un agudo dolor atravesó mis nervios. Pero había llegado el instante de salvación. A un ademán de mis manos, huyeron tumultuosamente mis libertadoras. Con un movimiento tranquilo y decidido, prudente y oblicuo, lento y aplastándome contra el banquillo, me deslicé fuera del abrazo de la tira y del alcance de la cimitarra. Cuando menos, por el momento estaba libre. ¡Libre! ¡Y en las garras de la Inquisición! Apenas había escapado de mi lecho de horror, apenas hube dado unos pasos por el suelo de mi calabozo, cesó el movimiento de la máquina infernal y la oí subir atraída hacia el techo por una fuerza invisible. Aquella fue una lección que llenó de desesperación mi alma. Indudablemente, todos mis movimientos eran espiados. ¡Libre! Había escapado de la muerte bajo una determinada agonía, sólo para ser entregado a algo peor que la muerte misma, y bajo otra nueva forma. Pensando en ello, fijé convulsivamente mis ojos en las paredes de hierro que me rodeaban. Algo extraño, un cambio que en un principio no pude apreciar claramente, se había producido con toda evidencia en la habitación. Durante varios minutos en los que estuve distraído, lleno de ensueños y de escalofríos, me perdí en conjeturas vanas e incoherentes.
Por primera vez me di cuenta del origen de la luz sulfurosa que iluminaba la celda. Provenía de una grieta de media pulgada de anchura, que extendiese en torno del calabozo en la base de las paredes, que, de ese modo, parecían, y en efecto lo estaban, completamente separadas del suelo. Intenté mirar por aquella abertura, aunque como puede imaginarse, inútilmente. Al levantarme desanimado, se descubrió a mi inteligencia, de pronto, el misterio de la alteración que la celda había sufrido. Había tenido ocasión de comprobar que, aun cuando los contornos de las figuras pintadas en las paredes fuesen suficientemente claros, los colores parecían alterados y borrosos. Ahora acababan de tomar, y tomaban a cada momento, un sorprendente e intensísimo brillo, que daba a aquellas imágenes fantásticas y diabólicas un aspecto que hubiera hecho temblar a nervios más firmes que los míos. Pupilas demoníacas, de una viveza siniestra y feroz, se clavaban sobre mí desde mil sitios distintos, donde yo anteriormente no había sospechado que se encontrara ninguna, y brillaban cual fulgor lúgubre de un fuego que, aunque vanamente, quería considerar completamente imaginario. ¡Imaginario! Me bastaba respirar para traer hasta mi nariz un vapor de hierro enrojecido. Extendíase por el calabozo un olor sofocante. A cada momento reflejábase un ardor más profundo en los ojos clavados en mi agonía. Un rojo más oscuro se extendía sobre aquellas horribles pinturas sangrientas. Estaba jadeante; respiraba con grandes esfuerzos. No había duda con respecto al deseo de mis verdugos, los más despiadados, los más demoníacos de todos los hombres.
Me aparté lejos del metal ardiente, dirigiéndome al centro del calabozo. Frente a aquella destrucción por el fuego, la idea de la frescura del pozo llegó a mi alma como un bálsamo. Me lancé hacia sus mortales bordes. Dirigí mis miradas hacia el fondo. El resplandor de la inflamada bóveda iluminaba sus cavidades más ocultas. No obstante durante un minuto de desvarío, mi espíritu negóse a comprender la significación de lo que veía. Al fin, aquello penetró en mi alma, a la fuerza, triunfalmente. Se grabó a fuego en mi razón estremecida. ¡Una voz, una voz para hablar! ¡Oh horror! ¡Todos los horrores, menos ése! Con un grito, me aparté del brocal, y, escondido mi rostro entre las manos, lloré con amargura.
El calor aumentaba rápidamente, y levanté una vez más los ojos, temblando en un acceso febril. En la celda habíase operado un segundo cambio, y ése efectuábase, evidentemente, en la forma. Como la primera vez, intenté inútilmente apreciar o comprender lo que sucedía. Pero no me dejaron mucho tiempo en la duda. La venganza de la Inquisición era rápida, y dos veces la había frustrado. No podía luchar por más tiempo con el rey del espanto. La celda había sido cuadrada. Ahora notaba que dos de sus ángulos de hierro eran agudos, y, por tanto, obtusos los otros dos. Con un gruñido, con un sordo gemido, aumentaba rápidamente el terrible contraste.
En un momento, la estancia había convertido su forma en la de un rombo. Pero la transformación no se detuvo aquí. No deseaba ni esperaba que se parase. Hubiera llegado a los muros al rojo para aplicarlos contra mi pecho, como si fueran una vestidura de eterna paz. «¡La muerte! —me dije—. ¡Cualquier muerte, menos la del pozo!» ¡Insensato! ¿Cómo no pude comprender que el pozo era necesario, que aquel pozo único era la razón del hierro candente que me sitiaba? ¿Resistiría yo su calor? Y aun suponiendo que pudiera resistirlo, ¿podría sostenerme contra su presión? Y el rombo se aplastaba, se aplastaba, con una rapidez que no me dejaba tiempo para pensar. Su centro, colocado sobre la línea de mayor anchura, coincidía precisamente con el abismo abierto. Intenté retroceder, pero los muros, al unirse, me empujaban con una fuerza irresistible. Llegó, por último, un momento en que mi cuerpo, quemado y retorcido, apenas halló sitio para él, apenas hubo lugar para mis pies en el suelo de la prisión. No luché más, pero la agonía de mi alma se exteriorizó en un fuerte y prolongado grito de desesperación. Me di cuenta de que vacilaba sobre el brocal, y volví los ojos...
Pero he aquí un ruido de voces humanas. Una explosión, un huracán de trompetas, un poderoso rugido semejante al de mil truenos. Los muros de fuego echáronse hacia atrás precipitadamente. Un brazo alargado me cogió el mío, cuando, ya desfalleciente, me precipitaba en el abismo. Era el brazo del general Lasalle. Las tropas francesas habían entrado en Toledo. La Inquisición hallábase en poder de sus enemigos.


Fuente:http://www.literatura.us/



jueves, 20 de septiembre de 2007

X/1999 -Clamp 10 AMV (I), la historia y los personajes


Bueno ,X-CLAMP es mi anime favorito . Hurgando en You Tube , he decido hacer una serie de post con AMVs de este magnífico anime.Mezclan diversas bandas y canciones y haré al menos tres post, como tributo a diversos personajes, especialmente a Arashi y Zorata , que son mis favoritos, luego del gran kmaui y su antagonista Fumma.Y no podemos olvidar a Subaru Y Seichiro ^^... así que aquí vamos...

AMV X - 1999



Clamp X/1999 - When angels deserve to die-Chop Suey



Ryu's are dead to the world (X/1999 AMV)



Kamui-Sweet Sacrifice Kamui- Evanescence



It's Not Over, Kamui/Kotori




X/1999 (Ameno Remix)



Give Me The Truth - Subaru y Seshiro (Good Charlotte - The Truth)



X/1999 - Kamui - Meant To Live




Tribute to Sorata X Arashi - When you're gone






miércoles, 19 de septiembre de 2007

WIthin temptation Videos:Memories+What Have You Done+Stand my Ground+Ice Queen+The Howling+Frozen

Estos son algunos videos de uno de mis grupos favoritos, lástima que no encontré originales de la preciosas canciones "all I need"ni "forgiven"...espero que les gusten, bye a todos ^o^


The Howling





What Have You Done (feat. Keith Caputo)






Ice Queen




Memories



Stand my Ground






Frozen







martes, 18 de septiembre de 2007

Fotos de la nueva vida de Cthulhuchan

Bueno la vida del ser cósmico y primigenio que convive diariamente conmigo ha variado bastante desde sus días de maldad inexorable y evilisima en su dimensión alterna...@_ @
Aquí le dejo algunas muestras , fotitos tomadas en sus momentos de distracción,con mi camarita amiga Claire .

Chtulhuchan estudiando "humano"



Cthulhuchan con sus nuevos amigos


Tras pelear con Sienna


Recociliandose con Sienna



Es un ente muy especial...jajaj...mal genio pero tierno en el fondo....


lunes, 17 de septiembre de 2007

Cabalgatas de hadas



La jerarquía que reina en el país de la hadas se asemeja mucho al sistema monárquico.Las hadas mas aristocráticas, diversamente conocidas como las hadas de Caballería o la hadas Heroicas, pertenecen a cortes organizadas como la corte de SEELIE de Escocia o DAOINE SIDHE, tribu de Irlanda.En estas cortes, discurren los días en actividades aristocráticas, una de la cuales,y desde luego la más importante es la de cabalgar en solemne procesión.A esta se denomina CAALGATAFEÉRICA.Las cabalgatas y los caballos de , al menos, la tribu de Daoine Sidhe, gozan de fama mundial, cosa que probablemente se explica por el origen de esta hadas, que se creen sean reducidos restos del legendario reino de DANNAN que en un tiempo gobernó Irlanda,pero fue conquistado pero fueron conquistados por los milesios y obligados a la clandestinidad.




Lady Wilden, en sus "Leyendas Antiguas de Irlanda" describe como sigue los caballos prodigiosos del Reino de Dannan:
La raza de los caballos que criaban no tenia igual en el mundo:eran ligeros como el viento, de cuello arqueado y pecho ancho, ollares vibrantes y ojos grandes, demostración de que estaban hechos de fuego y llamas, y no de tierra opaca y pesada.Y los del reino les hicieron en las grandes cavernas de las colinas, los herraron con plata, les pusieron bridas doradas y no se consintió jamas que ningún esclavo los montara.Fue un esplendido espectáculo la cabalgata de los caballeros del Reino-de-Dannan. Mil cuatrocientos corceles con una gema en la testera como una estrella y otros mil cuatrocientos jinetes, todos hijos de reyes, con sus mantos verdes, orlados de oro, casco dorado en la cabeza, grebas doradas en la piernas y llevando cada uno una lanza dorada.
Nos cuenta Ladu Wilden que estos caballos podían vivir cien años o mas.El ultimo de la raza pertenecía la gran señor de Connacht , pero a su muerte cayó bajo el mazo del subastador con todas sus pertenencias.El corcel lo compro un emisario del gobierno ingles, pero cuando el caballerizo trato de montar al brioso animal, este se encabrito y arrojo violentamente al rustico hombre, matándolo en el acto




Texto:"Hadas", Brian froud y Alan Lee








domingo, 16 de septiembre de 2007

Más sobre mi

01. Toma el libro más cercano a tí, ve a la página 18 y lee la linea 4 "debiera transformarse,ahora, en apariencia de preocupación..."

02. Estira tu brazo derecho lo más que puedas Encuentro colgado al aldo de mi cama el peluche de Cthulu que me regaló Fran, un amigo español

03. ¿Qué fué lo último que viste en Tv? Un documental sobre Bizancio

04. Sin mirar, adivina que hora es 10:27

05. ¿Que hora es?
10:27...le achunte!!!! y sin ver

06. A excepción de la pc, ¿qué otra cosa puedes oir?
la tele y el maullido de mi gata Sienna

07. ¿Cuando fué la ultima vez que saliste?, ¿Qué haces ahorita?
El viernes pasado a tomar café con Anita y Ashurita al centro, ahora estoy conversando por mns

08. Antes que hicieras esto, ¿qué hacías?
Calendarizaba mis estudios para esta semana

09. ¿Como estas vestid@? Con mi pijama de bebe celeste , un chaleco rosado y calcetas con florcitas azules

10. ¿Qué soñaste anoche?
Con un profe que me pedía mi seminario terminado...uffff!! que miedo!!!!

11. ¿Cuando fue la última vez que te reiste?
hace como dos horas con mi mejor amigo viendo los Simpsons

12. ¿Qué existe en las paredes de tu cuarto?
De todo desde fotos, posters de pintores, peluches, móviles , stickers,etc

13. ¿Has visto algo raro últimamente?
¿Mi gata bailando tap en las teclas de mi computador es raro?

15. ¿Cual fué la última película que viste? El Perfume, en mi pc

16. Si te hicieras multimillonario de la noche a la mañana, ¿qué harías?
Pagar toda la universidad...luego vacaciones y luego una larga lista de cosas sobre todo para mis padres, mis amigos y ayuda para personas y animales desamparados

17. Dime algo de tí que yo no sepa
Me gustaría ser más tonta, pensaría menos y seria más feliz...

18. Si pudieras cambiar algo del mundo que no tenga nada que ver con política, ¿que sería?
Me gustaría que nadie pidiera en la calles ni estuviera abandonado

19. ¿Te gusta bailar?
no, soy mala en esas cosas de la sociabilización

20. George Bush.
creo que su juego de video favorito es Worms Armagedom

21. Imagina que tu primer hijo sea niña, ¿como lo llamarias?
Beatriz

22. ¿Y si fuera niño?
Emilio

23. ¿Considerarías el vivir fuera? (otro pais) Solo por un tiempo, Europa, Inglaterra preferentemente

24. ¿Qué es lo que te gustaría que te dijera Dios cuando estes a las puertas del cielo?
"Fue muy duro el trayecto, pero valió la pena"

25. 5 personas que debe
n hacer esto Lo dejo abierto



Que tus pasos sean benditos, Viajero

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